Estudio Bíblico
“...Y MAÑANA ESTARÉIS CONMIGO, TÚ Y TUS HIJOS”
INTRODUCCIÓN
El tema de consulta de hoy pasa por determinar cuál es el significado de “...mañana estaréis conmigo, tú y tus hijos” Ante la lectura del texto no deberían quedar dudas al respecto, mas cuando se empieza a analizar el tema al amparo de la doctrina de Dios surgen algunos interrogantes que procuraremos dilucidar.
En primer lugar al estudiar la Palabra de Dios, debemos asegurarnos de que “entendemos” el texto. Para ello debemos hacer una lectura lenta, respetando todos los signos de puntuación, los acentos y hacerlo en voz alta para incentivar más de un sentido, así lo que vemos al leer penetra nuestra mente también por los oídos; y al reiterar la lectura tantas veces como sea necesaria, le permitimos al E. S. abrir nuestro entendimiento. A veces pretendemos “interpretar” la Palabra y ese es un proceso posterior que está asignado a aquellos que han sido dotados de ese talento y que no son muchos. Para ser correctos digamos que el ministerio de “interprete de la palabra” no existe. En ocasiones será necesario el auxilio de algún varón más ilustrado, e inclusive apelar a otros textos de la misma palabra para “entender”. Por ej. (Hch.
8: 30—35; “Acudiendo Felipe, le oyó que leía al profeta Isaías, y dijo: ¿entiendes lo que lees? Y él dijo cómo podré, si alguno no me enseñare. ... Entonces Felipe, abriendo su boca, y comenzando de esta escritura, le anunció el evangelio de Jesús.”) El entendimiento fue la llave que le abrió la puerta de la salvación al etíope.
SAUL CONSULTA CON LA ADIVINA DE ENDOR (1 Sam. 28: 7—25)
“Entonces Saúl dijo a sus criados: buscadme una mujer que tenga espíritu de adivinación,...”
La Palabra de Dios da instrucciones estrictas, prohíbe y castiga incursionar en el reino de los espíritus (Lv.
19: 31; “No os volváis a los encantadores ni a los adivinos; no los consultéis, contaminándoos con ellos. Yo Jehová vuestro Dios.” 20: 6, 7 y 27; “Y la persona que atendiere encantadores o adivinos, para prostituirse tras ellos, yo pondré mi rostro contra tal persona, y la cortaré de entre su pueblo. Santificaos, pues, y sed santos, porque yo Jehová soy vuestro Dios”. “Y el hombre o la mujer que evocare espíritus de muertos o se entregare a la adivinación, ha de morir; serán apedreados; su sangre será sobre ellos.” Con Dt.
18: 10—12; “No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos.”) Algunos que afirman tener contacto con espíritus son solo fraudes, sin embargo hay ciertos casos genuinos. Dios está en contra de toda forma de espiritismo, sea real o fraudulenta. Veamos 1 Cro. 10: 13,14; “Así murió Saúl por su rebelión con que prevaricó contra Jehová, contra la palabra de Jehová, la cual no guardó, y porque consultó a una adivina, y no consultó a Jehová; por esta causa lo mató, y traspasó el reino a David hijo de Isaí”. Por estas experiencias debemos inferir que si de consultar se trata se debe ser muy prudente y cuidadoso.
Una vez superadas las presentaciones y el reconocimiento, la mujer demanda: “... ¿A quién te haré venir? Y él (Saúl) respondió: hazme venir a Samuel”. La explicación más firme es que está mujer esperara contactarse (como era habitual en ella) con un demonio que se hiciera pasar por Samuel y con ello salvar su prestigio de adivina. Pero gran sorpresa y pánico se apodera de ella cuando ve a Samuel: “Y viendo la mujer a Samuel, clamó en alta voz, y habló aquella mujer a Saúl diciendo:” Cabe aquí aclarar que la mujer no clama llamándolo a Samuel, sino que “viéndolo” clama en alta voz, y entonces le recrimina a Saúl el engaño. Hasta aquí, de la lectura no surge indicio alguno que permita señalar más allá de una duda razonable que la mujer haya hecho algo para que Samuel (o un demonio) se presentara. Esta palabra pone en evidencia que a algunas personas les es permitido “ver” más allá del alcance de la vista humana puesto que Saúl no vio y necesitó que la mujer le relatara lo que ella estaba viendo. “¿Qué has visto? Y la mujer respondió a Saúl: He visto dioses que suben de la tierra. Detengámonos un segundo en este párrafo la palabra “dioses” en sí misma y escrita con minúscula pone en descubierto que aquello que la mujer veía no eran muertos comunes, ni eran demonios a los que ella estaba acostumbrada a ver. Es más que evidente que por algún detalle que no expresa y que no nos animamos a especular ella “sabía” que eran “dioses”, seres superiores. De allí su asombro y en cuanto al temor que no se limitaba a las represalias que pudiera tomar en contra de ella el “descubierto” Saúl. “Que suben de la tierra” indica que lo hacen de las sepulturas o del Seol.
(PARÉNTESIS: SEOL, SU SIGNIFICADO.
Seol es el lugar donde van los muertos. (1) Por lo tanto, a menudo se habla de él como equivalente a la sepultura o tumba, donde cesan todas las actividades humanas; es el destino hacia donde se dirige toda vida humana (por ej. Gn. 42: 38; “Y él dijo: No descenderá mi hijo con vosotros, pues su hermano ha muerto, y él solo ha quedado; y si le aconteciere algún desastre en el camino por donde vais, haréis descender mis canas con dolor al Seol.” Con Job.
3: 16; “¡Oh, quien me diera que me escondieses en el Seol, que me encubrieses hasta apaciguarse tu ira, que me pusieses plazo, y de mi te acordaras!” y también con Sal. 88: 3; “Porque mi alma está hastiada de males, y mi vida cercana al Seol”.).
(2) Al hombre “debajo del sol”, al hombre natural, (esto es no “regenerado” por la acción del E. S.), quien necesariamente juzga por las apariencias, el Seol no parece ser nada más que la tumba, el final y la cesación total no solo de las actividades de la vida sino también la vida misma (Ecl. 9; 5, 10; “Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido. ...Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el Seol, adonde vas, no hay obra, ni trabajo, ni sabiduría”. Esta declaración en cuanto al estado de los muertos, no constituye una REVELACIÓN DIVINA como tampoco cualquier otra conclusión del Predicador (1: 1; “Palabras del Predicador...” no son de Dios) Nadie citaría 9: 2 como revelación divina. Estos razonamientos del hombre al margen de la revelación divina están registrados en las E. E. por inspiración de Dios, así como también están registradas las palabras de Satanás (Gn. 3: 4; Job. 2: 4, 5; etc.). En Eclesiastés vemos el razonamiento del hombre, el más sabio de los hombres, pero hombre al fin y sin el auxilio del E. S. habla por sí mismo sin revelación de Dios, sus palabras están inspiradas en su sabiduría y no en el E. S. como serían las palabras expresadas por Pablo en el N. T. para citar un ejemplo. Pero lo importante es que en la E. E. se afirma de manera directa que la vida y la conciencia continúan entre la muerte y la resurrección (Isa. 14: 9—11; “El Seol abajo se espantó de ti; despertó muertos que en tu venida saliesen a recibirte, hizo levantar de sus sillas a todos los príncipes de la tierra, a todos los reyes de las naciones. Todos ellos darán voces, y te dirán: ¿tú también te debilitaste como nosotros, y llegaste a ser como nosotros? Descendió al Seol tu soberbia, y el sonido de tus arpas; gusanos serán tu cama, y gusanos te cubrirán”. Con Mt.
22: 31, 32; “… ¿no habéis leído lo que os fue dicho por Dios cuando dijo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Dios no es Dios de muertos, sino de vivos.” Ver también: Mr.
9: 43—48; Lc.
16: 19—31; 2 Co. 5: 6—8; Fil.
1: 21—23; Apo. 6: 9—11). Pero:
(3) La Escritura revela al Seol como un lugar de dolor (2 Sam. 22: 6; “Ligaduras del Seol me rodearon; tendieron sobre mí lazos de muerte”. Con Sal. 18: 5; ídem anterior; 116: 3; “Me rodearon ligaduras de muerte, me encontraron las angustias del Seol; angustia y dolor había yo hallado”.) Al cual son trasladados los impíos (Sal.
9: 17; “Los malos serán traslados al Seol, todas las gentes que se olvidan de Dios.”) y donde están plenamente conscientes (Isa. 14: 9—17; ya trascrito; Ez. 32: 21; “De en medio del Seol hablarán a él los fuertes de los fuertes, con los que le ayudaron, que descendieron y yacen con los incircuncisos muertos a espada”. Comp. Jon. 2: 2; lo que el vientre del gran pez fue para Jonás, así es el Seol para quienes están allí.
Aplicado al tema en cuestión añadiremos: El A. T. ve la vida terrenal como el ámbito adecuado para el servicio a Jehová; es allí donde puede ser recibida su palabra, donde se pueden ofrecer sus sacrificios, donde se pueden experimentar sus intervenciones. Por lo tanto, en un sentido muy real estar en el Seol es estar separado de su mano (Sal. 88: 3—5). No obstante, Jehová está presente en el Seol (Sal. 139: 8; “Si subiere a los cielos, allí estás tú; y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estas.”). Y además puede librar de él: (Sal.16: 10; “Porque no dejaras mi alma en el Seol, ni permitirás que tu santo vea corrupción”). Este verso es muy significativo, alude al Cristo, si Él habría de estar en el Seol, Samuel también. Si Dios puede librar del Seol a Cristo bien puede permitir que Samuel salga de él para cumplir un último servicio a Dios. Y ello no porque lo pretendiera Saúl, ni porque lo pidiera la adivina, sino porque esa era la voluntad de Dios.
El Seol del A. T. y el Hades del N. T. son una misma cosa. La diferencia lingüística se debe a la traducción, la una es hebra y la otra es griega. FIN DEL PARÉNTESIS.)
SAÚL CONTINÚA CON LA ADIVINA
“Él le dijo: ¿Cuál es su forma? y ella respondió: Un hombre anciano viene, cubierto de un manto. Saúl entendió que era Samuel, y humillando el rostro a tierra, hizo gran reverencia.” (v. 14). Está claro que Dios en realidad permitió que Samuel se le apareciera y le diera un mensaje condenatorio para Saúl. La Palabra de Dios afirma en forma contundente que era Samuel 15, 16 y 20; “Y Samuel dijo a Saúl: ¿Por qué me has inquietado haciéndome venir?... “Entonces Samuel dijo: ¿Y para qué me preguntas a mí,...” “Entonces Saúl cayó en tierra cuan grande era, y tubo gran temor por las palabras de Samuel...”. Ningún agente de Satanás pudo haber dado un mensaje que tan claramente provenía de Jehová como se observa en el v. 17 “Jehová te ha hecho como dijo por medio de mí; pues Jehová ha quitado el reino de tu mano, y lo ha dado a tu compañero David”.
El pasaje no dice que la mujer hizo aparecer a Samuel de entre los muertos. El incidente no da pie para los falsos argumentos de parte de los espiritistas de que pueden hablar con los muertos. Los médiums no tienen acceso a los muertos pero se comunican con espíritus que se hacen pasar por personas que han muerto; de manera que a estos espíritus se los llama espíritus de mentira (1 Rey.
22:22; “Y el dijo: yo saldré y será un espíritu de mentira en boca de todos sus profetas. Y el dijo: le inducirás, y aún lo conseguirás; ve, pues, y hazlo así”
“Y MAÑANA ESTARÉIS CONMIGO, TÚ Y TUS HIJOS; Y JEHOVÁ ENTREGARA TAMBIÉN AL EJÉRCITO DE ISRAEL EN MANO DE LOS FILISTEOS.” (v. 19).
Ya hemos visto la exactitud del mensaje, y además conocemos la crónica de lo que pasó al día siguiente, se cumplió minuciosamente lo dicho por el profeta y sabemos que cuando “lo que el profeta hablare, se cumpliere”, “Yo he hablado” dice Jehová y de hecho Saúl y sus hijos murieron y el ejército de Israel fue derrotado. Y como la palabra de Dios establece el Seol como destino para los que mueren. Y como Saúl y Samuel estaban muertos, debemos inferir que al día siguiente estaban juntos en el Seol. Que Samuel estaba muerto lo confirma la Escritura; murió en Ramá y fue sepultado allí, 1 Sam. 25: 1; El cuerpo de Samuel fue a la sepultura, su alma, que no muere va al Seol. Que es el lugar a donde van los muertos. Lo mismo acontece con Saúl. No hay dos lugares distintos, uno para los fieles a Dios y otro para los que no lo eran. La redención aún no a procedido, los hombres, todos, están bajo la condena de la maldición. Solo de dos, habla la Escritura que no conocieron muerte y ellos son Enoc Gn.
5: 24; y He. 11: 5; y Elías 2 Rey. 2: 1—11; que fueron arrebatados al cielo. En tanto que de Moisés dice que murió y fue sepultado en Moab y que nadie sabe el lugar Dt. 34: 5—7; y es en Jud. 9 que el E. S. revela que el Arcángel Miguel luchó con el diablo por la posesión de su cuerpo. Esto explica por qué no se conoce el lugar de su sepultura, y también hecha luz sobre el pasaje de Mt. 17: 2 y ss. En el que, al Señor se lo ve transfigurado y acompañado de Moisés y Elías. Estos no estaban en el Seol, vienen de estar junto al Padre.
Sin lugar a dudas un pasaje controvertido y que induce a interpretaciones varias, es el de Lc.
16: 19—31; “El rico y Lázaro el mendigo”. Nosotros hoy por hoy nos sentimos agradecidos a Dios si es que podemos entender su palabra, no nos internamos en el terreno de las interpretaciones, que tanto daño ha hecho y hacen a la doctrina de Dios. En el ánimo de entender, diremos que en todo el texto no se dice que este pasaje sea una parábola, hemos de inferir que no lo es, para ello sentimos el respaldo en el hecho inédito para las parábolas de que se alude a una persona por su nombre: Lázaro (v. 20). También debemos contemplar el hecho irrefutable de que el Señor Jesús en sus enseñanzas hace en muchas ocasiones alusión a la era de la Gracia. Él se encuentra en el final de la Ley, la ley se cumple en Él. Y en especial cuando confronta con sus adversarios, Él les reprocha el haber adulterado el espíritu de la misma al introducirle normas rabínicas y tradiciones humanas. Mas cuando les enseña a sus discípulos, les adelanta hasta donde puede, la nueva ley, la ley de Cristo, que va a regir en la era de la Iglesia, la dispensación de la Gracia, en la que se pone en práctica el Nuevo Pacto. “Oísteis que fue dicho... pero yo os digo...” Resulta evidente que se avecinaban cambios y que estos iban a ser drásticos, queda en descubierto ante las denuncias de los fariseos que lo hacen responsable de apostatar de la ley de Moisés. “Hasta donde puede” porque el mismo admite Jn.
16: 12, 13; “Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar, pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad;...”. Y este es el más importante de los cambios, fiel a su palabra el Señor cumple su promesa en Pentecostés y el E. S. funda la Iglesia bautizando en el Espíritu a los que creen. Y entrando a morar en ellos.
Volvamos a Lucas 16, corresponde aquí entender si el Señor por medio de esta ilustración está refiriéndose al pasado y presente de ese momento o bien lo hace proféticamente señalando esa división entre el Hades-Seol, y el Seno de Abraham–Paraíso como algo actual pero que aún no rige. En el A. T. no se dan referencias que puedan avalar la teoría de que ya existía esa división. Por lo tanto en nombre de la coherencia que siempre caracteriza a las Escrituras debemos sostener que el Señor está exponiendo algo futuro. Algo que habría de producirse con su muerte y resurrección (Mt. 27: 52 “Y se abrieron los sepulcros y muchos cuerpos de santos que habían dormido se levantaron; y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad y aparecieron a muchos”. (Aquí cabe decir que sepulcros y Seol sería lo mismo). Este evento, muerte y resurrección de Cristo, produce un cambio en cuanto al destino de los creyentes que mueren con relación a lo que acontecía en las dispensaciones anteriores, el paraíso o Seno de Abraham se encuentra en el tercer cielo. Pablo fue “arrebatado hasta el tercer cielo... al Paraíso” (2 Co. 12: 1—4), el Paraíso está ahora en la presencia inmediata de Dios. Ef. 4: 9, 10 indicaría el tiempo cuando esto ocurrió “Subiendo a lo alto, llevó multitud de cautivos” a continuación se añade que Él había descendido previamente “a las partes inferiores de la tierra,” es decir al Hades o Seol.
Entender la palabra de Dios es comprender lo que Dios dice. Interpretar la palabra de Dios es comprender lo que Dios quiere decir. Lo primero que debe saber el aspirante a “interprete” es que: “Lo que Dios quiere decir es lo que dice” y la verdad es que el A. T. en ninguna parte dice que el Seol tenía una división para “réprobos” y otra para “probos”. Y los hechos que estamos analizando pertenecen a esa era. De la misma manera debemos afirmar que las Escrituras no dicen que la adivina haya invocado la presencia de Samuel. También y con la misma autoridad debemos acordar que las Escrituras dicen que Samuel (no un demonio disfrazado e impostor) se le presentó a Saúl. Que le dijo lo que le habría de acontecer al día siguiente y que su trono y reino le había sido quitado y adjudicado a David. Que todas estas cosas ocurrieron tal cual Samuel se lo Dijo. Que es imposible que un agente del diablo pudiera entregar un mensaje de esa naturaleza y que se cumpliera con exactitud. Por lo tanto debemos creer que de la misma manera aconteció con su profecía: “Y MAÑANA ESTARÉIS CONMIGO TÚ Y TUS HIJOS.” Mas lo verdaderamente importante no es definir si Saúl estuvo o no estuvo con Samuel allí donde Samuel estaba. Lo primordial es precisar si era o no era Samuel el que se presentó. Y aquí las aguas se dividen. A la luz de la Escritura nos animamos a afirmar que efectivamente era Samuel. Si usted opina lo contrario le ruego en el amor del Señor que me ilumine con sus argumentos y me saque del error. Recuerde a Santiago en sus dos últimos versos: “Hermanos, si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad, y alguno le hace volver, sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados.”
El hermano Aníbal, saluda a sus consiervos y hermanos con la rica y bendita paz del Señor. Les ruega en el amor de Cristo que sean indulgentes con algún error que descubran y que den respuesta a la presente y la hagan conocer entre los hermanos.
Santa Eufemia, 19 de agosto de 2007
ABEL ANÍBAL FERREYRA
Edelweis Paz 413, C. P. 2671 Santa Eufemia, Córdoba.-
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